El 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Este año se cumple el 77 aniversario de la llegada de las tropas soviéticas al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.
La conmemoración es una verificación de la identidad.
Es el momento en el que la ciudadanía comparte valores y principios comunes.
Pero la conmemoración no es sinónimo de conocimiento. La realidad que se evoca
es demasiado violenta.
Es un día de compromiso con las víctimas, con los
supervivientes y los justos, compromiso con todas las personas que sufren, cuya
identidad es señalada, borrada o despreciada.
Inevitablemente nos van abandonando algunos que
lucharon lo indecible para coger las fuerzas necesarias para relatar y alertar
al mundo. Cuanto más se aleja de nosotros en el tiempo esta tragedia, y a
medida que los supervivientes desaparecen, mayor es la necesidad de enseñar qué
significa esta parte de la Historia para el presente.
El historiador Georges Benssoussan se pregunta: ¿para
qué una historia de la Shoah si no es para evitar que se reproduzca?
El Premio Nobel Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz,
donde murieron sus padres y su hermana pequeña, dijo “peor que el olvido es la
indiferencia”. Podríamos añadir peor que
la indiferencia es la banalización.
Aquellos que hoy no comparten la Memoria del
Holocausto llegan a producir un profundo estremecimiento, porque no se trata
sólo de recordar una parte de la historia en la que las principales víctimas
fueron judías, sino también porque olvidar, negar o comparar el holocausto,
significa renunciar a proyectar sociedades basadas en la no discriminación.
En estos tiempos de pandemia, hemos visto resurgir
manifestaciones antisemitas y negacionistas en algunas pancartas, en algunas
paredes de Europa, de tantos otros países; en las webs ultras o en otras que
alientan el odio hacia los judíos. 2021 ha registrado un incremento significativo de actos antisemitas. La estrategia del odio permanece viva hoy,
son pocos, pero siguen con los mismos clichés. Ahora vemos la estrella amarilla
con el lema ‘No vaccin’. Incluso hace unos días la ONU aprobó una resolución
para condenar el negacionismo del Holocausto.
Claude Lanzmann advirtió “El Holocausto es único
porque erige un círculo de fuego en torno a sí. Un límite que no es lícito
transgredir porque una medida determinada, absoluta, de atrocidad es
intransferible, quien lo hace es culpable de las peores de las transgresiones”.
Es necesaria hoy más que nunca una memoria solidaria,
memoria para enfrentarse a los tópicos contra los judíos, una memoria para
denunciar el antisemitismo y el negacionismo, una memoria ciudadana y una
memoria enseñada para las generaciones presentes y futuras
Para recordar que nada justifica el desprecio de un
ser humano, por su etnia, por su tendencia sexual, por negarse a renunciar a
sus raíces, a su identidad, a su aspecto exterior, a sus convicciones... El 27
de enero hay que apostar por la memoria y la solidaridad.
La memoria viva es un compromiso con el presente.
Interdiversity
Una reflexión que nos invita a todos a reflexionar a su vez. Gracias!
ResponderEliminarHabía escuchado que el pasado cuando, a través de la memoria, se trae al presente produce cambios positivos insospechados. Ojalá se haga verdad con esta con-memoracion.
ResponderEliminargracias Estrella, excelente articulo.
ResponderEliminarComo ignorar ni olvidar es un sacrilegio soy judía y toda mi familia de europa. Vivialli ,mi madre francesa tenía un hermano en la guerra y fue muert por los alemanes. Nunca,nunca más.Ni olvido ni perdón.
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