
"No he visto mariposas por aquí", así comienza el poema de Pavel Friedmann, escrito en el ghetto de Terezín . Pavel fue llevado a Auschwitz el 29 de septiembre de 1944. Al mismo lugar en el que murió la pequeña autora de este dibujo, Doris Wierserová, antes de que se produjera la liberación del campo el 27 de enero de 1945.
Este 27 de enero de 2011, 66 años después, en Valencia, organizado por la Comunidad Israelita de Valencia y la conselleria de Solidaridad y Ciudadanía tuvo lugar el acto conmemorativo del Día Internacional para la Memoria de las Víctimas de Holocausto. Me hubiera gustado enlazar alguna referencia periodística en la prensa local, pero no la hubo.
La conmemoración llevó por título "Miradas de niños", como la de Jana Gotfrit que "Queria volar como una mariposa" (materiales educativos de Yad Vashem) con su descripción de la Polonia ocupada y de esa valiente familia que la protegió a ella y a su madre durante dos años hasta el fin de la guerra, o la mirada en dirección a la Luna de Peter Ginz o la mariposa que buscaba Pavel Friedmann.
La conmemoración llevó por título "Miradas de niños", como la de Jana Gotfrit que "Queria volar como una mariposa" (materiales educativos de Yad Vashem) con su descripción de la Polonia ocupada y de esa valiente familia que la protegió a ella y a su madre durante dos años hasta el fin de la guerra, o la mirada en dirección a la Luna de Peter Ginz o la mariposa que buscaba Pavel Friedmann.
De las miradas de niños y niñas, del millón y medio de víctimas menores, a la importancia de la enseñanza de la historia. La incorporación en el ámbito educativo de la memoria de las víctimas del Holocausto es necesaria por varios motivos: el conocimiento de la Historia, las consecuencias del odio al diferente, la discriminación institucionalizada y el crimen industrializado deben servir a las generaciones presentes y futuras para entender la memoria como necesidad, para hacer evitable lo que el pasado provocó y para construir sociedades interculturales. La memoria del Holocausto compete a todos los pueblos y a todas las culturas. Por ello iniciativas como el Proyecto Aladin es un camino para tender puentes entre pueblos y silenciar los discursos negacionistas que circulan por esta misma red a escala planetaria.
Pero también cada persona, según sus posibilidades, debe recuperar esas miradas de niños. La indiferencia es injusta, la memoria es necesaria, es indispensable.